Ilusamente creí que al llegar Junio me podría sentar cada día a escribir esta suerte de "memorias" que vienen dándome vueltas en la cabeza hace un rato; y que a una semana de terminar esta vuelta al sol, la lista de los "must do before fourties" habría disminuido en algo. Increíble que casi con 40 aún no haya aprendido que esa lista sólo crece y que encontrar el momento perfecto, a la hora perfecta, es casi imposible.
So here I am, tratando de ordenar las ideas y bajar las expectativas, pero aún con la necesidad de plasmar en pocos post lo que han sido estos primeros 40 años de vida...veremos si resulta!
LOS PRIMEROS 8 AÑOS
Nací un 25 de Junio a las 00:10 aproximadamente, en el Hospital de la Universidad Católica. Mi mamá había ido días antes con mi tía Magaly en micro cuando empezó a sentir contracciones, pero la mandaron de vuelta para la casa. Acá se abre un hoyo negro porque qué paso después, a qué hora ingresó ese 25, con quién andaba y otras interrogantes, en este minuto no tienen respuesta pero sin duda serán tema de conversación con mi mamá en algún momento. Digamos que nací sin complicaciones, mientras mi papá escribía en una servilleta un pequeño poema con mi nombre. Su Francisca Paz.
Extrañamente tengo muchos recuerdos de los primeros 4 años, tal vez gatillados por las fotos de la época, pero llenos de sensaciones. Como mis papás trabajaban (a veces, demasiado), vivir cerca de mis abuelos maternos era como haberse ganado el Kino. Ellos me llevaban caminando al "Jardín Green", que hoy es un chiringuito colombiano de pollo con papas al lado de una veterinaria. En esa época, me demoraba 5 horas en promedio en almorzar...y no exagero! recuerdo que hacía "bolos alimenticios" que guardaba en mis cachetes y que, cuando la tía del jardín no me veía, botaba a la basura. Y luego me veo en un restorán en Valpo, con mis papás diciendo que nunca más saldrían a comer conmigo porque era perder el día.
Es raro, pero me acuerdo perfecto de la luz que entraba al living de la casa de mis abuelos y del color del sol. Mi abuelo sentado en la cabecera de la mesa, con el papel mural de flores detrás. Su radio a pilas transmite algún partido de fútbol comentado por el gran Julio Martínez. Mi abuela le trae de la cocina un huevo...no recuerdo si duro o frito. Yo corro a sentarme en sus piernas y él almuerza mientras escucha el fútbol. Después de almorzar, empezaba "La Moda al día", seguida de "Almorzando en el 13"...o quizá al revés. De más grande recordé que también veíamos las teleseries con mi abuela, mientras ella secaba higos con harina al sol. Tengo también la sensación de estar en el aire cargada por mi abuelo, siendo movida al ritmo del tango. Un día, después de mostrarme su exclusiva colección de estampillas, su corazón dejó de latir y fue el inicio del fin para mi abuela.
A todo esto, 1 año antes, mis papás habían encargado a la cigüeña una hermanita para que yo dejara de pedirlo. Obvio que la tierra tenía que prepararse antes de la llegada de mi hermana, así que se pegó un buen revolcón el 85´ mientras estábamos en la casa del Tabo de mi abuela. Mi mamá embarazadísima, mi papá viajando desde Santiago en bus, y todos en la casa del vecino escuchando por la radio si acaso venía o no un tsunami (gracias a esta hermosa experiencia, al día de hoy le tengo pánico a los terremotos).
Y 1,5 años después nació mi hermano, haciendo una caca verde bien hedionda (esa primera impresión se grabó en mi retina). Vivíamos en la casa de Simón González, que desde mi punto de vista, era mil veces más patio que casa. Ahí se pasaban los fines de semana cortando el pasto (literal, sábado en la mañana se empezaba, y se terminaba el domingo en la tarde...con mi mamá éramos las recogedoras oficiales). Recuerdo a Juan Carlos Baglieto sonando en la "Radio Naranja", mientras con mi papá pintábamos - sin salirnos de los bordes - un libro para pintar. Los fines de semana sonaba "Paréntesis Infantil" en Radio Beethoven, justo antes de ir a la feria...porque los domingos se comía "pescado fresco" impajaritablemente. Recuerdo los restos de mis muñecas, muertas a manos de mi hermana; de la misma forma que recuerdo las mermeladas de mora caseras de mi mamá, hechas con los sacos de moras que mi papá traía de las cercanías de las minas (en ese tiempo empezó a trabajar en terreno). En esa casa aprendí a andar en bici sin ruedas muy dolorosamente (mi vecino, más grande, me prestó su bici...imaginarán donde me pegué). En esa casa a mi hermana la mordió un perrito causándole un trauma (que agradecimos años más tarde cuando llegó el Maxi). En esa casa llegaba del colegio a sentarme en el sillón de mimbre a ver Patio Plum, Pipiripao, Candy y Ángel la niña de las Flores. En esa casa edifiqué mi primer castillo, con frazadas y otros utensilios dentro de los huesos de un columpio. En esa casa, el Ratón Pérez me trajo mazapanes que a duras penas me pude comer por el extraño sabor.
El año en que llegó mi hermano, yo empecé el colegio. El "Santa Rata" como le decíamos, era amarillo y encementado. Creo que de todo lo que recuerdo, además de los juegos con neumáticos en el patio de arena, lo más sabroso es el nombre de un compañerito que me gustaba...y que aparecería en mi vida 10 años después. También recuerdo los trasnoches con mi papá haciendo tareas después de que me hiciera una tortilla de "lo que fuera", cuando perdía la batalla por que comiera.
En el 89´ maulló por días un gato en las noches y se calló el día en que falleció mi abuela. Yo ya estaba en 3° básico en el San Patricio (no sin antes haber pasado sin pena ni gloria por las Carmelitas...en un intento fallido por encaminar mi vida al bien). Sin mis abuelos, tocaba entregar la casa en la que vivíamos y mudarnos...y por esas cosas de la vida, decidieron comprar la casa en donde mi mamá había crecido y que ahora sin sus dueños, buscaba una segunda oportunidad. En la mítica casa de Alcalá de Henares crecimos con mis hermanos, y el día que tuvimos que vender la casa hace sólo unos años atrás, fue uno de los días más tristes de mi vida...pero esa parte queda para otra historia.
*La canción del recuerdo: El gigante de ojos azules, de Juan Carlos Baglieto / Años, de Pablo Milanés.